22 de abril de 2022 | Internacionales.

Cambio climático, derechos humanos y LGBTQI+ como puntapié de una agenda moderna

El balance de Gustavo Martínez Pandiani, coordinador nacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac) y subsecretario de América Latina y el Caribe de Cancillería.

«Con la repatriación de ciudadanos desde Ucrania por la guerra tuvimos el proceso activo más exitoso como comunidad», destacó a PáginaI12 el Coordinador Nacional de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac) y Subsecretario de America Latina y el Caribe de la cancillería argentina Gustavo Martínez Pandiani. Al cumplirse cien días de la Argentina en la presidencia Pro Témpore de la organización, Martínez Pandiani reconstruye la tarea que coordinó la región para las repatriaciones y hace un balance de las agendas de trabajo. Allí aparece la relación con la OEA. Y el viaje de Alberto Fernández a los países del Caribe preocupados por la agenda del cambio climático como «puntapié de una agenda moderna con temas como la cuestión de género, de la comunidad LGBTQI+, además de infraestructura y derechos humanos». También habla del desafío de institucionalizar «políticas comunes de desarrollo» luego de la pandemia que dejó una crisis social y económica profunda.

— La Celac es un espacio todavía en formación. ¿Cómo lo encontró la Argentina después de los cambios políticos en la región?

— Después de un proceso largo por la pandemia, que hizo que la Presidencia Pro Témpore fuera de México por dos años cuando normalmente es uno, conseguimos el apoyo absoluto de los integrantes de la Celac para que la presidencia fuera para nuestro país. Debemos destacar que la Celac se rige por las reglas del consenso, es decir que no hay mayorías, tiene que ser por unanimidad, por lo que cuando se toman decisiones suelen ser muy elaboradas. Cuando asumió el presidente Alberto Fernández en su discurso ya mostró cuál iba a ser el camino que proponíamos. La Celac hoy es el único foro que reúne a todos los vecinos de América Latina y el Caribe. Son 32 países que la integran en la actualidad, aunque en realidad son 33, pero Brasil se autoexcluyó de participar. Contiene a todos por igual, están todos contenidos en esta idea de consenso en la diversidad. Es decir, que no hay ataduras por afinidades ideológicas ni especulaciones políticas, porque el objetivo principal es fortalecer la región.

— ¿Qué objetivos se planteó el país en primer término?

— Lo primero que hizo Alberto fue darle un lugar destacado a los países más pequeños. Su primer viaje como Presidente Pro Témpore fue a Barbados donde se comprometió con los países del Caribe a dar importancia al cambio climático que para ellos es una cuestión de vida o muerte. Ese primer paso, en el que se reunió con los seis países más pequeños de la Celac, fue el puntapié de una agenda moderna con temas como la cuestión de género, de la comunidad LGBTQI+, además de los temas de agenda formal como puede ser la infraestructura y los derechos humanos. Siempre remarcando la idea de que la Celac es una zona de paz, en momentos en los que existe un conflicto bélico en Europa. La Celac tiene 32 integrantes de diferentes procedencias y pensamientos políticos y sus diferencias siempre se han resuelto pacíficamente.

— ¿Qué balance puede hacer de los primeros cien días?

— En esta etapa impulsamos algunos temas importantes que tienen que ver con su institucionalización. Es decir, preguntarnos qué es lo que quiere hacer la Celac de cara al futuro para fortalecerla. Crear una sede para que funcione, que tenga un secretario general con rotación en la representación; son todas preguntas que nos debemos responder para desandar el camino de qué queremos. Queremos dar ese debate. La Celac es un mecanismo y no un organismo, que todavía carece de formalidad en cuanto a lo institucional, no tiene secretario general, ni presupuesto. Es un mecanismo de máximo nivel para los presidentes y los cancilleres para tomar decisiones.

— ¿Qué objetivos cree alcanzó la gestión de Alberto Fernández?

— Hemos avanzado mucho en una agenda que lo transforma no sólo en un lugar de concertación política, sino también de integración social, política y económica. Es decir, que la Celac también pueda meterse en la problemática de la creación de empleo, de la recuperación productiva pos pandemia, en salud. La pandemia nos desnudó las serias diferencias que hay entre las distintas regiones del mundo. Quedó muy claro que cuando pasa algo así tan grave, América Latina queda relegada al igual que África, por lo que se tomó la decisión por unanimidad de formar una agenda conjunta en la región en lo que se llama la integración de la gente, de los pueblos, que no necesariamente es la integración de los aparatos burocráticos.

— Las dificultades que generó la guerra en Ucrania para la población latinoamericana migrante fue profunda. ¿Cómo se abordó?

— Esa fue quizás la experiencia más exitosa en lo que va de esta Presidencia Pro Témpore. Esto fue gracias a una iniciativa de Perú, que fue quien hizo la propuesta y la Argentina la llevó adelante con una coordinación donde se creó la red consular de la Celac. Básicamente se trató de juntar todos los recursos de asistencia diplomática y consular que había en la región y ponerlos en función de los ciudadanos, sin distinción de país de nacimiento. Había sólo tres embajadas latinoamericanas y del Caribe en lo que era Ucrania que son las de México, Argentina y Brasil, por lo tanto había muchos países hermanos que tenían a sus ciudadanos muy desprotegidos en la zona del conflicto. Pudimos reunir fuerzas en una red consular común en la que llegó a trabajar también Brasil.

— ¿Existe una disputa por espacios con la Organización de Estados Americanos (OEA)?

— El proyecto de la gestión argentina del presidente Alberto Fernández en la Celac es la de un mecanismo que va creciendo en sus funciones, que va teniendo más espacios para trabajar, que no sólo se ocupa de concertar políticamente ciertas situaciones que van surgiendo, sino también de un mecanismo más permanente en el que pueden entrar cuestiones incluso comerciales, económicas, sociales, de salud pública. Es decir, temas que no son tradicionales de la Celac, pero tienen en nuestra mirada mucho para crecer. Es verdad que han surgido algunas voces preocupadas por una supuesta competencia con la OEA. Pero, debemos decir que la Celac no busca competir con la OEA porque ocupa un espacio diferente. La primera diferencia que podemos ver es que en la Celac están todos los países, no hay ningún país de América Latina y el Caribe que no participe a menos que no quiera hacerlo (en la OEA Cuba fue excluida por su adhesión al comunismo en 1962). La Celac no compite con la OEA, pero quiere crecer y avanzar en su institucionalización.

— Sobre la OEA pesan las críticas porque se dice que está al servicio de los intereses de Estados Unidos.

— Cuando la Argentina accedió a la Presidencia Pro Témpore de la Celac hubo quienes dijeron que había sido vía los apoyos de Nicaragua y Venezuela, pero con ese mismo espíritu podrían haber titulado que se había ganado con el apoyo de Ecuador y Colombia. Ambas cosas son ciertas desde el punto de vista objetivo porque se ganó la presidencia por unanimidad, por lo tanto esa es una visión sesgada. Se llegó por consenso y esa es una diferencia importante con la OEA. Si bien algunos quieren ver una compulsa ideológica con la OEA, lo que tiene de bueno la Celac es que están todos los países sin tener que renunciar a su identidad política o ideológica. Otra diferencia es que la Celac no cree en políticas de exclusión sino en crear espacios de diálogo en los que los problemas se van resolviendo.

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