Otra frustración para Barcelona. Y un nuevo golpe para la autoestima futbolística de Lionel Messi: el equipo catalán perdió 3 a 2 ante Athletic de Bilbao y se le escurrió la chance de adjudicarse la Supercopa de España. En el estadio La Cartuja de Sevilla, los Leones sentenciaron la historia con un golazo de Iñaki WIlliams a los 3 minutos del alargue.
Se dudó de la participación antes del Messi en el partido y se notó que jugó con cierta desventaja física. Y lo peor de todo: fue expulsado en el cierre del partido por una agresión sin pelota sobre Asier Villalibre, producto de la impotencia. Recibió una tarjeta roja después de 753 actuaciones en Barcelona.
El último año de Messi fue de los peores de su carrera. Ni siquiera hace falta evaluar su rendimiento (que tampoco fue bueno). No ganó títulos, entró en un conflicto con Barcelona para provocar su salida del club y tuvo que quedarse a regañadientes. Encima, los dirigentes despidieron a su mejor amigo, el uruguayo Luis Suárez. Para su principal reclamo, el de formar un equipo competitivo, no hubo respuesta. no llegaron refuerzos de peso, porque la delicada situación económica no lo permitió. Así empezó una temporada con una relación tirante con Ronald Koeman.
Reconoció públicamente que todo eso lo afectó dentro de la cancha. Pero después de pasar las fiestas en Rosario pareció volver renovado. Metió cuatro goles en tres partidos y el Barca se acomodó un poco mejor en la tabla. Y apareció Pedri, un joven de 18 años al que los más osados ya se animan a comparar con Andrés Iniesta. Con él como socio, Messi, de a poco, recupera la sonrisa en la cancha.
Esta Supercopa española le llegaba a Barcelona como un beneficio del nuevo formato (entran los dos primeros de la Liga y la Copa del Rey del ejercicio 2019/20), que se estrenó hace un año. El trofeo, antes, estaba destinado exclusivamente a los campeones. Ahora le permitió ingresar como subcampeón de la Liga. Eso le dio una chance inesperada de encontrar un envión anímico en un momento muy difícil. Sin embargo, esta derrota, sumada a su expulsión, no hace más que hundirlo. Un cachetazo, justo cuando parecía que encontraba razones para recuperar la alegría.
Una lluvia de goles
A los 40 minutos del primer tiempo, Antoine Griezmann abrió el marcador tras una combinación de Barcelona en la que intervino Messi, pero la respuesta llegó dos minutos después: De Marcos superó la marca de Alba y convirtió el empate. Un momento frenético del encuentro y una igualdad que se condice con la paridad en el desarrollo de la primera etapa.
A 14 minutos del final, Griezmann captó un centro de Alba y convirtió el segundo tanto para Barcelona, que había recibido un susto por un gol de Athletic de Bilbao, finalmente bien anulado por el VAR por un offside de Raúl García. Pero fiel a su historia, los bilbaínos no se rindieron y, con el tanto de Asier Villalibre en el minuto final, forzaron al alargue.
Solo pasaron tres minutos del tiempo extra e Iñaki Williams se lució con un golazo al ángulo que puso a los Leones en ventaja por 3 a 2. Allí se terminó la ilusión de Barcelona, que deberá rearmarse lo más pronto posible.